martes, 30 de diciembre de 2008

Pagando por el pèsame


                                              “The U.S. has made 38M US dollars

                                                          in condolescence payments”

                                                                                New York Times

Mi bala

te mató, niño iraquí,

camino a la escuela,

porque mi soldado

creyó que tus libros,

en su maleta de colores,

eran una bomba.

 

Mi bala,

pescador del Eufrates,

te mató, mientras alzabas

la caña y tu presa,

un pez, para colmar tu hambre,

en señal de paz

y mi soldado no pudo

entender tu lenguaje.

 

Mi bala,

madre,

te asesinó sin razón

cuando en un taxi

te dirigías a casa,

porque eres madre

y te esperaban

para que hagas en el hogar

todo lo que haces.

 

Mi bala

acribilló tu boda,

muchacha o mancebo,

porque alguien la festejó

con la costumbre centenaria

de un tiro al aire

y la vida de los novios,

sus padres y cortejo

se unieron con la muerte,

bajo el sol y las estrellas,

por su romántica amenaza.

 

Gentilmente,

a los escombros muertos o de rodilla,

a los familiares del niño,

a los del pescador del Eufrates,

a los de la madre, de los novios,

mi gobierno

les abonará el duelo, la pena

por estas cenizas ásperas,

con mis impuestos, de rito,

que también pagan la bala,

(“condolescence payments”

pagos por el pésame, les llaman,

a ese engaño indolente de monedas).

 

Si, mi gobierno, en verdad,

pagase “condolesence payments”,

por cada una de las lágrimas,

los pésames,

que causó mi bala,

acaso se quede sin dinero

para seguir matando...

 

No hablo de cuervos ni caballos.

Hablo de mi bala

y del perdón que no se compra.

 

Hablo de mi bala.

                                                         Washington D.C. 2007


Luis Alberto Ambroggio

Argentina (reside en estados Unidos)

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