martes, 13 de enero de 2009

Por la paz: Boicot cultural a Israel

Compañeros trabajadores de la cultura:

Durante muchos años (y sobre todo en estas últimas semanas) hemos venido participando de blogs, solicitadas, distintos tipos de campaña, etc. en pro de la paz en Medio Oriente y, en particular, del respeto de los derechos del pueblo palestino. Mucho hemos debatido, propuesto y firmado. Lamentablemente, el estado israelí ha desatado una matanza absolutamente desembozada: ya no es el tradicional desoimiento a las resoluciones y exhortaciones de la ONU, ni las deportaciones y encarcelamientos masivos. En un largo proceso de acumulación de poder y barbarie, que incluye el asesinato del líder pacifista Rabin, la instalación en el escenario internacional de conceptos como “operaciones preventivas”, “asesinatos selectivos” o la persecución a las familias de militantes, entre otras aberraciones; Israel ha construido en Gaza algo similar al Ghetto de Varsovia, pero asumiendo el papel del agresor. Se ha convertido (el proceso lo explicarán los historiadores, sociólogos, politólogos etc., si cabe alguna explicación “lógica”) en un estado genocida.
No importa la muerte de centenares de civiles, la mayoría mujeres ancianos y niños; se aproximan las elecciones y hay que garantizar votos mostrándose implacables con el enemigo (aunque no exista la mínima correlación de fuerzas). La asunción del “precavido” Obama requiere tener las riendas sólidamente aferradas, por las dudas… total, los muertos son palestinos, esos seres atávicos nacidos para vivir en campamentos en perpetua marginalidad e inmolarse inhumanamente. “Somos gente de paz”, declaró ayer en un reportaje el premier israelí; “los peores enemigos de los palestinos es el mismo pueblo palestino” pontificó su embajador en nuestro país. Tan prepotente cinismo no viene, según creo, de la tradición judía, es más bien la mimetización con su protector y socio, EEUU, responsable directo o indirecto, de la mayoría de las muertes violentas en el planeta en el último medio siglo, de quien Israel ha sido gendarme, díscolo pero permanente, en la región. Este tipo de aseveración, por otra parte, ha reaparecido periódicamente en los labios de los genocidas y etnocidas de todos los tiempos.
Me crié en un hogar mixto judeocristiano, donde la cuestión religiosa nunca se superpuso con otros temas: los integrantes de la rama judía de mi familia (originarios de Besarabia) que no emigraron a América, fueron masacrados todos en la Segunda Guerra, según los datos con que contamos. Algunas personas cercanas fueron víctimas de los recientes años de plomo: he vivido de cerca, entonces, como tantos argentinos, los atropellos contra los derechos humanos, lo cual me lleva a rechazar no sólo el terrorismo de estado sino también la barbarie de los atentados. Sin embargo, mirando el actual escenario de Gaza, creo que hasta los criminales del Proceso se mostraron notablemente más compasivos con los hijos de sus víctimas. Israel es hoy un estado decididamente fundamentalista (más allá de la actual conducción), y contra eso, las palabras solas no alcanzan, más allá de la arrolladora elocuencia de muchos de los textos que circulan (varios de ellos de autores pertenecientes a la comunidad judía, lo cual la honra). Debemos generar hechos; no violentos, pero sí contundentes.
Claro, nosotros, la gente que trabaja en la cultura, no manejamos misiles (ni queremos hacerlo), ni tenemos potestad para expulsar o retirar embajadores o embargar bienes. Sin embargo, la instalación en la agenda del debate público de estas temáticas y la construcción de una posición definida y comprometida, sí discurre, en buena medida, bajo nuestra responsabilidad. Los centenares de civiles que mueren cada día en Gaza, culminación de décadas de violación sistemática a sus derechos como individuos y comunidad, no nos permite dilaciones. De lo contrario, sólo habremos anestesiado nuestras conciencias.

PROPONGO, POR LO TANTO, EL LANZAMIENTO DE UNA CAMPAÑA DE BOICOT CULTURAL INTERNACIONAL CONTRA EL ESTADO DE ISRAEL EN TANTO NO MODIFIQUE RADICALMENTE SU POLÍTICA HACIA EL PUEBLO PALESTINO.

A modo de borrador, sugiero algunas medidas:

- En nuestras presentaciones públicas (conferencias, reportajes, paneles, recitales etc.) iniciar nuestra participación con una contundente condena a la política israelí hacia el pueblo palestino.
- Suspender las invitaciones a personalidades israelíes (artistas, políticos, científicos, etc.) que no manifiesten claramente su repudio por esa política.
- Revisar/denunciar los convenios con instituciones educativas/culturales de Israel que no se pronuncien en este sentido.
- No concurrir a eventos internacionales de cualquier tipo a realizarse en territorio israelí, salvo los orientados a debatir seriamente la paz de la región.
- Apoyar a los sectores de la comunidad israelí / israelita que sostengan posiciones vinculadas al respeto de los derechos humanos.
- Brindar espacio en nuestros ámbitos a la expresión del pueblo palestino.
- Instar a los colegas de la educación, MCM y otros espacios a que adhieran, enriquezcan y difundan esta propuesta.
- Convocar a unas jornadas de debate sobre la situación en Palestina, en el marco de la defensa de los Derechos Humanos.

La justificación de la barbarie o su silenciamiento constituyen el grado más alto de ésta porque la convalidan como proyecto.




Claudio Simiz
DNI 14009477
runasimiz@yahoo.com.ar
www.voyafirmaraqui.blogpost.com






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